Midas
Por: Herani Enríquez
HacHe
Al observar los rincones que en el cuerpo se manifiestan se puede llegar a aquellos
posibles inexplorados, donde aquel ajeno con la autorización competente puede explorar,
invadir, desembarcar en dicha cartografía y buscar como buen pirata, un recoveco ideal
para enterrar su tesoro.
Es importante reconocer que al metaforizar el cuerpo, se le otorga a este una clasificación
correspondiente a sus características, generalmente físicas. Poetizamos al cuerpo
dejando detrás lo clínico, lo científico, lo médico.
Hablamos de un espacio propio y ajeno, en ciertas ocasiones, desprovisto de lecturas
pero lleno de historias, el cuerpo habla, sus elementos cuentan, en gran parte, una
complicada historia llena de laberintos y encrucijadas, dependiendo del uso del mismo.
Para algunos el cuerpo es tesoro, para otros cueva, para nosotros, el cuerpo es paraíso,
es terreno fértil y devastado, es cascada en sudor y lágrimas, lava en sangre y orina,
arenas movedizas en excremento, lianas en cabello.
El ingenuo que escoge tocar, el Midas que se condena a sí mismo, el dorado del cuerpo,
el cuerpo tesoro, es el cuerpo que erotiza, seduce, es adictivo, enrojece las mejillas,
presiona los pechos, agita respiraciones.
Esta serie reflexiona sobre el cuerpo-tesoro como el recurso-arma mortal con el que
convivimos y con el que pretendemos encontrar otros. El cuerpo tesoro es el que
guardamos para algunos, no para todos, se trata del que se cubre, se tapa, es el que se
envuelve para regalo en ropas cortas, es el que se refleja en nuestras mentes, el que
masturbamos, el que añoramos, ese que no es nuestro.
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